Hotelito acogedor frente al mar, ideal para visitar el norte de Tenerife. Tranquilidad, brisa marina y vistas insuperables. Trato cercano, buena comida y desayuno delicioso. Piscina y jacuzzi para relajarse. Volvería sin dudarlo. 🌊☀️

Pasamos un día de spa en una sauna. La vista es asombrosa.

Ubicacion impresionante. alejado de cualquier nucleo urbano. Pero a pocos minutos en coche de ellos. Estupendo para desconectar del mundo y relajarse al lado del mar. el personal muy amable y las instalaciones muy cuidadas.

el hotel está ubicado sobre un acantilado por lo que el ruido del mar contra las rocas es constante. al principio es agradable.. pero se hace pesado sobre todo durante la noche porque si hace calor hay que abrir las ventanas porque no hay aire acondicionado, es algo que el hotel no puede evitar, es parte de su encanto tambien.

La ubicación del hotel es excelente, siendo un lugar tranquilo y perfecto para desconectar. Los paisajes y vistas que se pueden admirar son impresionantes, lo cual añade un toque especial a la experiencia. Además, las habitaciones ofrecen comodidad gracias a los cómodos colchones y almohadas. También se destaca el trato excepcional del personal, que se esfuerza por brindar un buen servicio.

Es una lástima que el restaurante del hotel haya dejado de funcionar correctamente, lo que ha generado opiniones negativas por parte de los huéspedes.

Ubicación y tranquilidad

Se rompieron las tuberias del agua caliente y tuve que ducharme en agua fria sin aportarme una solución cómoda al respecto. Unicamente realizaron un dto del 20% de aquella noche en la factura

Es un hotel increible en la costa norte de tenerife con vistas inolvidables, es un lugar para desconectar.

Su ubicación sobre la costa lo hace un hotel muy diferente

El servicio amable y atento. Habitaciones amplias y confortables.Piscina con vistas insuperables.Tranquilidad y poca aglomeración.

Na.

La ubicación, está colgado del acantilado.

Está muy deteriorado, cutre y descuidado, el precio sólo lo justifica la ubicación. La cena en su restaurante también es mala.

Me ha gustado todo, un lugar muy tranquilo para descansar o escaparse en pareja

El lugar en el que nos hospedamos fue simplemente paradisíaco. Nos encontramos en medio de la naturaleza, rodeados por hermosas plataneras y con una caleta rocosa justo al lado. Las vistas desde las piscinas y las habitaciones eran extraordinarias, con el sonido relajante de las olas del mar. Las suites eran amplias y con una decoración rústica encantadora. El personal del hotel era amable y siempre estaba dispuesto a ayudar. Además, al ser un hotel rural, no había una multitud de huéspedes, lo cual hacía la experiencia aún más tranquila y relajante.

Hubo algunos detalles que no estuvieron a la altura de nuestras expectativas. El desayuno dejaba mucho que desear, con productos de baja calidad y poca variedad.

La tranquilidad y el lugar

Esta poco señalizado para acceder

La tranquilidad, lo cerca de todo y lo apartado a la vez, el silencio y el ruido del mar. Es diferente al típico hotel turistico.

Me encantó la zona de piscinas, la ubicación del hotel, la tranquilidad que se respira, la forma en que se disponen las habitaciones frente al mar. Aparte, está apartado para el descanso, la costa está muy cerquita y se puede disfrutar del sonido del mar. La limpieza es impecable y el trato del personal es amable siempre. Las habitaciones son ideales para desconectar, ya que no hay ruidos molestos debido a que el hotel cuenta con pocas habitaciones, lo que lo hace poco masificado.

Fue maravilloso, no tengo ninguna queja.

la ubicación privilegiada en un acantilado, la tranquilidad, ningún ruido que no fuese el mar, la cena tan maravillosa, y Regina tan agradable y encantadora, que hace que tengamos un buen recuerdo de nuestra estancia en el hotel.

el subir la cuesta desde las habitaciones hasta el garaje, puesto que los fines de semana no hay servicio de cochecito electrico.

La tranquilidad que se respira y las vistas que tiene al mar.

De las dos habitaciones que tuvimos, en la que se quedaron mis hijos, era tan pequeña que las puertas del ropero no se habrían al chocar con una de las camas.